Menos de 10 semanas nos separan del inicio del Mundial de Fútbol de Brasil. En términos deportivos el país debería estar en plena forma y acaparar titulares con todas las instalaciones e infraestructuras listas. Sin embargo la noticia está en las favelas que rodean Río de Janeiro y el despliegue de miles de policías y militares para controlar estas conflictivas zonas. Un claro contraste con la estrategia gubernamental de pacificación de la ciudad, que se venía practicando desde 2008 y que había generado mejoras en temas de seguridad en barrios pobres.

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