El eurodiputado de Izquierda Unida, Willy Meyer, define las concertinas como "un alambre con cuchillas que fueron creadas por Israel para evitar que los palestinos defendieran su territorio, pero lo que hacen es causar daños irreparables". Y denuncia que "es inadmisible que existan".
"Es una locura organizada"
El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, sostiene que no tiene por qué buscar una alternativa al uso de concertinas y las define como un instrumento "disuasorio, pasivo y no agresivo" muy distinto, dice el ministro, de otras ideas como la utilización de perros de presa o la colocación de campos de minas personales en las fronteras. Meyer responde, sin eufemismos: "Es una locura organizada. Hay que dar una alternativa global a los muros, electrificaciones y cuchillas".
Virginia Álvarez de Amnistía Internacional destaca que la medida ya se puso en práctica en 2005 y que "en su día ya tuvimos la oportunidad de ver cómo el Defensor del Pueblo aconsejaba la retirada de las concertinas. Se hizo porque no cumplían con su objetivo y sólo causaban heridas. El Fiscal General, el Ministro del Interior y el Gobierno sólo quieren ganar tiempo. No quieren poner los derechos de las personas primero. Quieren que los Estados controlen la inmigración, pero para esto no vale todo, no vale la violación de los derechos humanos."
Desde su perspectiva europea, Meyer alerta además de que "se está lanzado un mensaje en que se ve al inmigrante como un criminal" y se impulsa así "el discurso de los partidos xenófobos y racistas" ideología que puede calar en los votos y que, en Suecia y Francia, ya se ha traducido en representación parlamentaria". Álvarez, portavoz de Interior de AI, subraya esta línea y plantea que estos discursos xenófobos en España y Europa que "juegan con los sentimientos de la gente, pero deben tener en cuenta que hay que tener cuidado con esto porque se pueden generar conductas racistas como las que han tenido lugar en Grecia o Bulgaria".
Los dos invitados en este Enfoque comparten una experiencia común, estuvieron en 2005 viendo de cerca las concertinas que después de instalarse fueron retiradas. Una persona murió en aquella alambrada. Hoy, en 2013. Virginia Álvarez denuncia que el uso de medidas como las concertinas, además de dejar víctimas, "lo que hacen es abocar a los inmigrantes a tratar de llegar por caminos más peligrosos y a que se lucren las mafias de tráfico de personas". Álvarez defiende que "España y Europa están obligados a dejar entrar a esas personas que huyen de violaciones de los derechos humanos a acceder al continente".
Willy Meyer apuesta por un cambio en las políticas de inmigración europeas, por el desarrollo de los países de los que provienen los que intentan cruzar las fronteras y por "proteger la inmigración, tanto la política como la de los que vienen a trabajar". Además apunta a la gestión adecuada de los fondos para poder destinarlos a "la cooperación y evitar que Europa se convierta en una fortaleza".
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